Es una moda que va y viene, y desde hace un tiempo le ha tocado volver: proliferan de nuevo las botellas y garrafa de agua en el exterior de las viviendas para, en teoría, evitar que los perros (sobre todo) y los gatos orinen contra sus fachadas. Un deseo muy comprensible, porque no hay más que darse algunos paseos por ciertas calles de Carballo para encontrar las huellas de esas prácticas, que en todo caso deberían ser evitadas por los dueños, e incluso serían sancionables con la ordenanza correspondiente, pero no se da el caso. Así que la moda avanza, como también ocurre cíclicamente en otros pueblos y barrios de ciudades de Galicia.

Una de las últimas en incorporarse a esta curioso método disuasorio -que en caso de que se multiplique no ayudará demasiado a evitar el feísmo- ha sido María del Carmen Fariña, gerente de la cafetería Rosalía, ubicado en la intersección de las calles Gran Vía con Rosalía y Castro, en Carballo. No ha escatimado en gastos: ha puesto cinco botellas de seis litros cada una. Cuatro en el tramo de la Gran Vía y una, en la perpendicular. Las tiene colocadas «desde hace más de mes y medio». Según explicó, fueron puestas porque una persona le dijo que «son buenas para evitar que los perros meen contra la pared». Y añadió: «No sé si es cierto, a mí me lo comentaron. Ya vi varios negocios en Carballo con estas botellas». Según dice, hasta el momento los canes no volvieron a miccionar contra su negocio. «A mí me está dando resultado el experimento, no sé a los demás, pero a mí me funciona».

En el barrio de A Cristina, en la zona de A Lagoa, en la Avenida de Negreira, en A Milagrosa... Es fácil ver ejemplos similares, aunque la cantidad varía mucho. En la calle Salgueiro, por ejemplo, en un bloque de pisos se han limitado a poner dos botellas, una a cada lado.

Los expertos no están muy de acuerdo. Un veterinario consultado en Ribeira ha escuchado de sus clientes que el método les funciona, pero tiene sus dudas.

Para Marcos López, criador de pastores alemanes de Lugo, se trata de una creencia falsa. «Lo que sí puede funcionar es rociar las zonas en cuestión con polvos de azufre, que por su olor pueden alejar a los perros, o bien utilizar otros productos repelentes que hay en el mercado», añade. López explica que si una esquina, una farola o la puerta de entrada de un comercio o de una casa son la diana habitual de las micciones no es por una cuestión de manía al lugar, sino porque los animales delimitan su territorio. «Lo hacen porque ya han orinado antes otros perros y así demuestran quién manda, para que sus rivales puedan olfatearlo», afirma. De hecho, la orina aporta información específica sobre su propietario y el aroma suele durar bastante tiempo.

Hay más remedios caseros centrados en el olfato, como llenar un pulverizador con agua, limón y vinagre, mezcla con la que se debe rociar la superficie que interese dejar lejos de los orines de los animales. Tanto a canes como a gatos les molesta este olor. Pero, si al algunos les funciona lo del agua, seguirán.

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