Desde la concepción de un producto hasta su propio embalaje, sus formas y materiales son hoy claves para la transición a una economía circular.
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Hace diez años, Apple decidió reducir drásticamente el tamaño de las cajas de cartón satinado en las que empaquetaba sus ordenadores portátiles. Fue un movimiento desconcertante para la industria, que hasta entonces creía en la idea de que un envoltorio es más vistoso cuanto más grande y capaz de llamar la atención en un centro de comercial, por ejemplo. La compañía anunció que con esta medida pretendía reducir su huella de carbono, ya que podía llegar a evitar cientos de trayectos en avión y en barco (la empresa de la manzana vende millones de dispositivos cada año). Al poco tiempo, el resto del sector siguió sus pasos.
Este es un ejemplo muy concreto de lo que significa el ecodiseño, un concepto que nació hace más de 40 años, pero que hoy ha adquirido unas enormes dimensiones por todo lo que comporta: abarca todo lo que nos rodea, desde un objeto cotidiano hasta la oficina, pasando por ropa, muebles, el ‘packaging’ de un embutido o el interior de un coche.
«Empezó refiriéndose más a conceptos como optimización y eficiencia, y ha evolucionado al uso de materiales limpios, reciclados y reciclables, por lo que ha entrado en el paraguas del diseño sostenible y circular», explica Isabel Ordóñez, diseñadora industrial y docente del Máster en Diseño Sostenible de SHIFTA. «Así, conlleva usar materiales sostenibles, que los procesos de producción tengan el menor impacto, por ejemplo, usando energías renovables… Se trata de diseñar teniendo en cuenta el cuidado del medioambiente en toda la cadena de valor, desde los materiales hasta el proceso de fabricación, pasando por la forma para que, por ejemplo, se optimice el número de productos que pueden entrar en un camión, reduciendo los trayectos y la huella de carbono y, por supuesto, la reciclabilidad y la mínima pérdida de material en su fabricación». Aunque advierte: «Dicho esto, hay otro factor que hay que tener en cuenta para que la economía circular basada en el reciclaje sea una realidad: producir de manera menos masiva, para que no sea necesario recurrir a esas fuentes extractivas más contaminantes».
Isabel Ordóñez (SHIFTA): «El ecodiseño empezó refiriéndose a conceptos como optimización y eficiencia, y ha evolucionado al uso de materiales limpios, reciclados y reciclables»
El mejor residuo es el que no se genera. Esa producción responsable, unida a una conciencia cada vez mayor -en 2021 se entregaron para reciclar en España casi 1,6 millones de toneladas de envases domésticos de plástico, brik, metal, papel y cartón- es el camino a la necesaria circularidad. Por eso, debe contar con un tercer pilar irrenunciable en el que la industria se suma a la acción ciudadana: el diseño debe facilitar que cualquier objeto tenga una vida sostenible.
Los datos hablan sobre el crecimiento y la aportación del ecodiseño: Solo en 2021 se ahorraron más de 60.000 toneladas de materias primas gracias al ecodiseño de envases. «Las empresas cada vez son más conscientes de la demanda ciudadana en torno a envases más sostenibles y con menor huella ecológica», señala la directora de Relaciones Externas de Ecoembes, Begoña de Benito. «Se están haciendo grandes esfuerzos para apostar por medidas que contribuyan a avanzar hacia un modelo que fomenta la circularidad de los envases, haciendo que sean más sostenibles». De Benito recuerda que a partir de 2030 la normativa será cada vez más exigente con los requisitos de los envases que se pongan en el mercado, motivo por el cual en Ecoembes, además de las distintas herramientas que ponen a disposición de las empresas, trabajan en un nuevo enfoque de modulación de tarifas que se orientará a facilitar esa transición sin que eso suponga perder la función que cumplen para los productos que contienen».
Begoña de Benito (Ecoembes): «Las empresas cada vez son más conscientes de la demanda ciudadana en torno a envases más sostenibles y con menor huella ecológica»
Este cambio de actitud es ya palpable, no solo gracias a una legislación cada vez más estricta, sino también por una implicación cada vez mayor con la realidad. «Es difícil encontrar casos de empresas que no pongan el reciclaje como condición», señala Miguel Sabel, Head of Sustainability de Designit, una consultora de diseño internacional. «Estamos trabajando en diseños para empresas que quieren que los materiales sean sostenibles, procedentes de materiales reciclados, y al mismo tiempo fácilmente reciclables (desde una mesa, hasta el envase que se usa en la máquina de agua)».
La preocupación por el impacto ha evolucionado hoy un enfoque más sistémico y vanguardista, como recuerda Sabel: «Llevamos trabajando en los retos del diseño a nivel de sostenibilidad ambiental desde hace 32 años, pero hay una cosa que ha cambiado: antes, empujábamos a nuestros clientes, en su mayoría grandes corporaciones, a afrontar esos retos; ahora forma una parte central de su agenda».
No pocas empresas sitúan el ecodiseño como leitmotiv de su producto
No pocas empresas sitúan el ecodiseño como leitmotiv de su producto. Es el caso Thinking Mu, una firma española de moda que nació con el compromiso con el planeta como piedra angular de su actividad. «La industria textil puede apoyar al medioambiente de varias maneras», explican desde la compañía. «Nosotros lo hacemos trabajando con materiales sostenibles, como cáñamo y algodón orgánico, botellas de PET recicladas, cuero sin cromo o una coloración de sus tejidos también se realiza de forma completamente natural», explican desde la compañía.
Toni Goñalons, CEO y fundador de Exportdirecte, diseña y fabrica muebles con material plástico reciclado desde hace 25 años, cuando el medioambiente aún no estaba en el centro de la agenda internacional. «Somos de Menorca y siempre nos preocupó mucho el daño que la acción humana le está haciendo al planeta», explica. «Por eso, desde el principio quisimos que nuestros muebles fueran de materiales ecológicos y al mismo tiempo útiles, con poco mantenimiento y duraderos». Para ello, decidieron usar tablas y barras de plástico de alta densidad, muy resistentes, «perfectos para mobiliario particular de exterior, para hoteles y restaurantes, y también para mobiliario urbano». Goñalons explica que compran estas piezas a empresas que las fabrican a través de envases del contenedor amarillo: «Ahora hay mucha más variedad y es más accesible que cuando empezamos; no hay excusa para no usar materiales reciclados y darle un poco de desahogo al planeta».
La reutilización es, además del reciclaje, otra de las vías idóneas hacia una economía circular. Otra firma de muebles, Pepita de Oliva, se centra en la madera, pero todo el metal de sus piezas proviene de chatarra reciclada y tienen una línea, Mid-Century, que se basa en la restauración. «Les damos una segunda vida a muebles antiguos, y está teniendo mucha aceptación», comenta Claudia Rodríguez, directora de Pepita de Oliva, «la percepción social de que lo usado o lo reciclado es de peor calidad ya está cambiando: una mesa de madera maciza de buen espesor siempre se va poder lijar, pintar, volver a lijar y dar distintos usos».
La reutilización es, además del reciclaje, otra de las vías idóneas hacia una economía circular
Queda aún camino por recorrer hacia la circularidad, y sin duda el diseño juega un papel fundamental en esta transición, no solo de los productos, sino de su empaquetado y, en definitiva, de todo lo que atañe a su cadena de valor. La industria, cada vez más, ya se mueve en esta dirección. «Estamos buscando una alternativa de embalajes sostenibles pero igualmente efectivos para nuestros muebles en este 2023 y estamos trabajando también en una línea totalmente producida con materiales reciclados», anuncia Rodríguez, y zanja: «Esto es un compromiso de todos».
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