RFG es una empresa familiar cuya planta está radicada en Monte Cristo. Sus caras visibles son dos hermanos, Giuliano y Franco Frola, que crearon un proyecto que está en su fase final y busca reemplazar con durmientes plásticos ferroviarios los instalados de madera que aún hay en la red nacional.
Originalmente los durmientes se hacían de quebracho colorado, pero como la especie está protegida (tardan hasta 80 años en regenerarse), los hermanos Frola se presentaron a una licitación de Trenes Argentinos y la ganaron. Los nuevos durmientes plásticos irán en lugar de los de madera que necesiten ser reemplazados.
Según explicaron, los plásticos con los que elaboran los durmientes se compran a cooperativas de reciclaje que a su vez son los que reciben y clasifican este tipo de materiales de los residuos domiciliarios o empresariales. Para los 100.000 durmientes, se estima que se reutilizarán 12 millones de kilos de plástico.
El producto que lograron crear es resistente y compatible con las necesidades de un tren de carga y lograron la aprobación del INTI. Mezclan los ingredientes plásticos en diferentes proporciones, los comprimen y los funden en un molde. Se prevé que su vida útil será de 50 años.
El plástico utilizado para la fabricación del durmiente es el N° 7 (los más difíciles de reciclar como, por ejemplo, el envoltorio de galletas, de snack o las etiquetas de las botellas PET).
La pyme familiar (que también integran sus padres Mónica y Raúl) ganó la licitación en la que se habían presentados más de 20 empresas. Ahora deberán poner manos a la obra para llegar a entregar los 100 mil durmientes durante los próximos 3 años.
Según expresaron, en Rusia, Europa, EE.UU. y Brasil ya hay durmientes sintéticos (algunos a través de plástico virgen y otros a partir del reciclado). RFG es la primera empresa en producirlos en Argentina y la segunda en Sudamérica.
Para fabricarlos, los Frola tuvieron que desarrollar su propia maquinaria y un sistema de moldeo, para elaborar durmientes de vía corrida, de cambio de vía y los llamados “obra de arte” (los que están en los puentes).
La pyme nació en 2013 con la consigna de la sustentabilidad y cuenta con un personal integrado por 25 personas. Su primer proyecto data de 2016, a partir del descarte de la industria pañalera: recuperaron el poliacrilato y la celulosa para fabricar cordones, mantas y almohadillas absorbentes con los que abastecen a las bases Carlini y Marambio en la Antártida. También producen (a través de cooperativas) composteras y canteros con pallets de madera reciclados; y carteras y mochilas con los retazos de telas descartados por las automotrices y por la industria aeronáutica.
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