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España es el segundo país más beneficiado por el pacto tras China y, hasta el 1 de enero de este año, ha importado 968.527 toneladas de cereales según estiman desde el Ministerio de Agricultura.
Hay una fecha que ganaderos y fabricantes de alimentación animal tienen subrayado en rojo en su calendario: la del próximo 18 de marzo, fecha en la que caduca la denominada 'Iniciativa de granos del Mar Negro'. El acuerdo, patrocinado por Turquía y la ONU, por el que se ha creado un corredor marítimo para que Ucrania pueda exportar su producción de cereal con la aquiescencia rusa. En el envite España se juega mucho, porque es el segundo país más beneficiado por este pacto tras China. Según estimaciones del Ministerio de Agricultura, hasta el 1 de enero de este año, ya había importado 968.527 toneladas de grano ucraniano. Por ejemplo, cabe recordar que Ucrania fue el segundo proveedor de maíz de España en la campaña 2020/2021, solo por detrás de Brasil. Una materia prima muy necesaria para la fabricación de piensos destinados a la alimentación animal y que, en un contexto en el que los costes de producción de los ganaderos están disparados, puede terminar repercutiendo en el precio final de productos como la carne y la leche.
En concreto, el 'Balance de cereales en España' que elabora el Ministerio de Agricultura junto a expertos y agentes del mercado estima las necesidades españolas durante la campaña 2021/2022 (de junio a julio) en unos 38,8 millones de toneladas. De todas ellas, unos 28,51 millones se destinaron a la producción de alimentación para animales (solo en 2021 España generó 25,67 millones de toneladas de piensos compuestos, siendo el primer productor europeo por encima de Alemania y Francia). Mientras que el grano necesario, para la alimentación humana, lo calcula en unos 5 millones de toneladas. Todo ello, frente a una producción local que el año pasado fue superior a los 18 millones pero alrededor de un 25% menos que en 2021, según estimaciones de Cooperativas Agroalimentarias.
En palabras de Jorge de Saja, director general de la Confederación Española de Fabricantes de Alimentos Compuestos para Animales (Cesfac), "la clave es que España es estructuralmente deficitaria. Es decir, ni en años buenos llegamos". O lo que es lo mismo, si queremos alimentar a nuestras vacas, corderos y demás ganado habrá que importar grano. "Esto tiene una ventaja: Estamos acostumbrados a buscar, localizar lugares para comprarlo y saber cómo usarlo adaptando las fórmulas", sostiene el representante de los fabricantes de piensos. Esto es lo que pasó, el año pasado, durante los primeros compases de la guerra en Ucrania, cuando España logró que se relajaran los requisitos medioambientales para importar grano (soja, sobre todo) de países como Argentina en pleno cuello de botella por el cierre del granero ucraniano.
¿Entonces? En Cesfac creen que una hipotética no renovación conllevaría un fuerte repunte de los precios en los mercados internacionales y "consecuencias negativas a corto plazo", aunque para Saja el alza de precios sería "menor" que el año pasado o si este hubiera ocurrido en enero al estar más próxima temporalmente la disposición de otras producciones como la brasileña. En cualquier caso, fuentes de Cooperativas Agroalimentarias, han avisado de que "la cosecha ucraniana va a ser muy corta, porque hay menos superficie, menos abono y no ha habido energía" por la guerra.
Para Ignacio López, director de Relaciones Internacionales de Asaja, la dependencia del sector ganadero de cereales como el maíz, hay que subsanarlo vía importaciones y ha advertido de que "cualquier mensaje enseguida repercute en los mercados". Casualmente, la FAO ha dado a conocer este viernes su índice de precios de los cereales de la que se ha mantenido prácticamente sin cambios desde enero. Incluso el referente al aceite vegetal ha disminuido un 3,2%.
En cualquier caso, desde Cesfac dan "por descontado" la renovación del Corredor del Mar Negro a partir del 19 de marzo y aportan una razón poderosa: la estabilidad de los países del Magreb. Naciones como Egipto querrían evitar a toda costa, ha apuntado, el cóctel fatal que originó la 'Primavera Árabe' en 2011: la combinación entre precios de las materias primas disparados y la imposibilidad para alimentar a una población hastiada. Incluso, ha apuntado Saja, puede producirse un escenario de cierta moderación de los precios de los cereales esta primavera aunque depende de factores tan variables como las lluvias en Europa y la evolución del conflicto ucraniano.
Pero, todo lo anterior, ¿qué tiene que ver con el bolsillo de un consumidor español? Un eventual cierre del Corredor del Mar Negro, a partir del próximo 19 de marzo, complicaría más la labor a los ganaderos españoles cuyos costes de producción ya están desorbitados. Es decir, llueve sobre mojado. Los responsables de las principales organizaciones agrarias (Asaja, Coag, UPA y Cooperativas Agroalimentarias) advertían este viernes, en el Congreso de los Diputados, que muchos de los sobrecostes que vienen asumiendo pueden convertirse en estructurales.
A pesar de que el foco está en la energía y el gasóleo, según el 'Índice de Precios pagados por los agricultores', en noviembre del año pasado el precio de los piensos (simples y compuestos) se había encarecido un 28% respecto al mismo mes de 2021. Lo que no contribuye a serenar el precio de los alimentos frescos (en febrero el IPC subyacente, que no incluye energía ni alimentos elaborados, escaló al 7,7%) . Solo la carne de vacuno y ave sumaron en enero, el dato más reciente registrado por el INE, subidas interanuales del 13,7% y del 14,4%, respectivamente. Así que lo que suceda en el Mar Negro puede terminar repercutiendo sobre nuestros bolsillos.
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